María Fernanda Di Giacobbe: “Estar en Caracas y ver El Ávila te hace sentir que todo pasa”

Con una sonrisa cercana y mucha generosidad, nos recibió en su bellísima tienda Kakao, ubicada en La Hacienda la Trinidad. Un espacio entrañable, oloroso a chocolate, fue el marco para realizar una rica entrevista a la cocinera, chocolatera y empresaria María Fernanda Di Giacobbe, una conversación que nos permitió conocer su parte más humana y validar su amor por el cacao.

Ese espacio lleno de verdes y de aromas, Kakao, nos inspiró para iniciar una grata conversación:

¿Qué te define?

La venezolanidad. No puedo pensar vivir en otro lugar sin esta luz. Estar en Caracas, con todos sus problemas, y sentir esa luz y ver el Ávila, te hace sentir que todo pasa. Es algo que no he encontrado en otro país. Si me tuviera que mudar, lo haría al lugar más diferente de aquí, a otro planeta. Siento que estamos bajo la sombra protectora de esa naturaleza que es próspera, que es bella. Todo este paisaje es la herencia que tenemos, es el recurso que podemos transformar en riqueza.

¿Cuáles son los pilares que te mantienen?

Te puedo decir que hace unos años era la rabia, por tener un país tan hermoso pero con gobernantes que no han entendido la identidad de toda una población. Una identidad que es muy noble, trabajadora, honesta, que estaba conectada con la naturaleza y con su comunidad y que además es muy seductora, muy enamoradora.

¿Y la rabia se transformó?

Claro, pasó de una oscuridad total a la luz. Pensé que si era capaz de tener esta oscuridad profunda, también era capaz de transformarla en esa luz que amo y que tiene Venezuela, en esa alegría y colores que me encuentro en las comunidades cacaoteras.

Además del cacao, ¿cuál es tu mayor pasión?

La libertad, la justicia… “Gracias al trabajo de muchísimas personas, logramos que la gente no dependa de una ayuda y eso es libertad, eso es economía”.

Indicó nuestra entrevistada que para continuar con su labor transformadora, constantemente está escuchando y aprendiendo de esa mujer que ha llevado adelante un país. Una mujer líder que ha impulsado a sus hijos, en muchas ocasiones sola. “A fin de cuenta, sigue siendo Venezuela un matriarcado”.

Reafirmando su pasión por el cacao, María Fernanda permanentemente está en la búsqueda de respuestas: “¿Por qué el cacao es tan importante?  A través de todo su desarrollo nos hemos dado cuenta que nuestra historia y economía, gira en torno al cacao.Y con eso logramos conectar, logramos establecer una relación con la naturaleza pero también con ese matriarcado que es ejemplar”.

¿Siempre te imaginaste como empresaria?

Realmente soy comerciante. Mi abuela  montó un abasto escondida de su esposo,  así que allí limpiaba la verdura, vendía vegetales y comprendí que eso se convertía en dinero y que ese dinero se convertía en lo que uno quisiera. Entonces, para mí el dinero es simplemente una consecuencia que permite hacer lo que yo quiera. Luego, me encanta hacer dinero y además, con las características del cacao: de una manera noble, honesta, dulce, con amor, con creatividad, con seducción.

¿Qué mensaje le darías a una mujer que quiere ser empresaria?

Que confíe en la fuerza que tiene. Cada persona nace con una luz y una fuerza interior. Hay que sacarla y no hacer demasiado caso a que si no estudias tres carreras no sirve.  ¿Qué quieres hacer? ¿A dónde quieres llegar? Hay que preguntarse. Este país te brinda muchas oportunidades. Para muchas personas, esa fuerza interna las guía y más con esa herencia de mamás y abuelas que siempre salieron a trabajar, a buscar, a solucionar, a hacer la vida.

¿Has pensado hacer de tu negocio una franquicia?

No hemos podido ser franquicia, aunque tratamos, porque justamente esa manera cercana de trato, de hacer el negocio con pasión, no la podemos replicar. Nuestra manera de ser no cabe en una manual de procedimiento.

¿Cómo gestionas el tiempo?

Fatal. Aprendí en el colegio a llevar una agenda. Eso me ayuda. Con tanta tecnología, me separé del teléfono, de la computadora porque me absorben demasiado tiempo. Entonces prefiero la agenda en papel. Lo que sí me pasa es que si hay un milagro que está ocurriendo como un atardecer, o un niño que está haciendo su primer chocolate en la Guáquira, Yaracuy, por ejemplo, todo tiene que esperar. Soy un poco rebelde y terca.

¿Qué haces en tu tiempo libre?

Jardinería. Meto las manos en la tierra y entendiendo que allí está todo. Antes de esta transformación, yo estuve muy poco con mis hijos porque el tiempo es oro, porque tienes que trabajar los 365 días del año. Quizás haciendo eso logré tener un bienestar económico que permitió que mis hijos estudiaran donde se pensaba que era lo mejor, pero me faltó tiempo con ellos.

¿Qué te cambió?

El Cacao. Ver a las mujeres de Chuao cómo trabajan medio día  y luego pasan el tiempo en su casa, hacen bolas de cacao con sus hijos, van  al río, al mar, reciben los pescados, cocinan con ellos, crían cochinos, gallinas. Creo que un niño que crece así nadie le hace bullying. No está sometido a las 4 paredes de una escuela donde aprendes muy poco. Sabes de la flor pero nunca has tocado una. Estos niños tocan la flor. Entonces, sí, salir a las comunidades cacaoteras me cambió mucho. Me di cuenta que no todo es dinero. Que la felicidad está en muchas partes.

¿Cómo llegaste al cacao?

Antes del paro petrolero, teníamos muchos cafés y restaurantes en simultáneo. En 2002 se  cierran todos menos Soma Café en el Trasnocho. Porque muchos de ellos dependían del estado, y con los otros cambió mucho la zona donde se encontraban y ya no podíamos estar.

María Fernanda añadió: “Llega ese momento en el que te quedas sin nada y te pones a pensar. En nuestro caso en algo que fuera bien venezolano. Sencillo, el cacao. Allí comenzó todo. Decidimos hacer bombones. Venezuela tiene tradición en ese campo. La primera bombonería que se monta en el país fue en 1812. Y con el tiempo, las que fueron naciendo, eran de estilo europeo y con ingredientes europeos”.

Nace la idea: Crear la primera bombonería que fuera absolutamente venezolana. “Teníamos el chocolate (El Rey, Paria, Mi Poemas, etc.) pero además una tonelada de ingredientes autóctonos”.

Era necesario estudiar para integrar esos sabores con ese chocolate que nacía localmente. “Nos preparamos en Bélgica, Holanda, Francia, Japón”.

“Cuando las personas empezaron a probar los bombones de Kakao, tuvieron una conexión inmediata. Probar el de papelón con limón te conectaba con tu tía, sentir la parchita con el chocolate era sensacional. Recuerdo a una señora que se comió un bombón de guarapita y comentó ´me siento en playa grande´ y entonces todo eso que se llamaba de acuerdo a su composición, cambió hacia nombres evocadores como Choroní, Caracas, entre muchos otros”.

¿Qué esperas de 2023?Si me preguntas que quiero ver el año que viene te diría que quiero ver volver a la gente que no está feliz afuera. Porque hay gente que hizo su vida, que es apreciada, que le fue muy bien pero hay gente que pasa demasiado trabajo, más que si viviera aquí.

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